Las veces que compartí con papá

Mi papá no ha fallecido ni nada parecido, pero pensé que sería bueno contar una historia con él aquí. La relación con mi padre siempre ha sido difícil, por motivos personales prefiero no abundar en los pormenores, sin embargo, he tenido momentos inolvidables con él.

El hombre es nadador por pasión, desde que era muy pequeño, se esforzó para que yo continuara el camino de un atleta, me parece que soñaba con que fuera un marinero; no os voy a mentir, me encanta el mar, cuando tengo un problema, siempre voy a la playa y me refugio en el mar y la brisa del viento, creo que me inculcó bien el amor por nadar, pero, no quiero ser un marinero, no quiero nadar todo el tiempo, porque quiero vivir una vida auténtica y hacer las cosas que a mí me gustan propiamente.

No obstante, es muy grato recordar los fines de semana, cuando yo me levantaba bien temprano, me subía a su coche y emprendíamos rumbo al mar, luego, con sus amigos del club, comenzábamos los recorridos, yo remaba en el kayak con un compañero y los demás nadando en compañía. Luego, ¡almorzar se ha dicho! Y así pasaba la mayoría de los sábados.

Había aventuras, historias, y lecciones, como la vez en el que se nos apareció una ola inusual, de un tamaño mayor al promedio, como yo era pequeño, tal fenómeno lucía enorme y amenazador; yo con mi compañero tuvimos que remar lo más fuerte posible para sobrepasarla, mientras los que nadaban se sumergieron y lo surcaron. Fue un buen día, aunque luego de eso, no volví más al mar, sin embargo, conservo el sentimiento y estoy seguro de reencontrarme con el mar en otras ocasiones.

Si lees esto, gracias papá por los buenos momentos.

Papá, yo y Cuervito en el kayak.


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